TRATANDO DE RESPONDER A UNAS DUDAS
Una persona que ha entrado en este blog me envía varios comentarios consecutivos manifestándome sus dudas acerca de si un católico puede practicar el nudismo. Como me pide también que no haga públicos sus escritos, trataré de responderle aquí, recopilando algunas ideas que han ido apareciendo en estas páginas desde su inicio:
1.- No hay hasta el día de hoy un pronunciamiento magisterial de la Iglesia sobre este particular.
2.- Como, supongo, habrá quedado claro a lo largo de las sucesivas entradas que he ido recogiendo aquí desde que comencé esta actividad, entre los eclesiásticos y los laicos católicos hay, podríamos decir, división de opiniones al respecto, precisamente por la falta de un pronunciamiento del Magisterio. Mientras algunos condenan rotundamente el nudismo, otros lo aprueban (y aun lo practican, sí) y otros matizan de alguna forma los aspectos positivos y los negativos que puede tener la práctica naturista, dejando a la conciencia de cada cual la ponderación de su pertinencia o impertinencia. También cada uno debería decidir en conciencia si sigue el criterio de, por ejemplo, Monseñor Bruguès o el de algún detractor del nudismo.
3.- Una nota común a la mayoría -no diré que a todos- los que condenan el nudismo es que en realidad no condenan el nudismo, sino la idea que ellos tienen de él. Quiero decir que hablan "de oídas", sin un conocimiento real del fenómeno. Se imaginan que cualquier espacio nudista es un antro de sexualidad desbocada, y es esa idea, no el auténtico desnudismo, lo que repudian. Son muy raros los casos como el del P. Leandro Rossi, del que hablé en la entrada del 15-01-2019, que es capaz de pronunciarse sin prejuicios, apoyado en el testimonio de la experiencia: "Es obligatorio partir de algunas constataciones objetivas, que encuentran continuas constataciones en la experiencia. Los reglamentos de las asociaciones nudistas prevén intervenciones disciplinares contra cualquier eventual forma de degradación sexual en los 'campos'. Pocos ambientes son tan castos como los campos naturistas-nudistas [...] La persona siempre cubierta acabaría por ser expulsada, porque se sospecharía que se trata de un 'mirón' (voyeurismo). Es también positivo que no se excluya de los campos a las personas ancianas, porque así se demuestra que interesa no sólo el goce estético o erótico de la belleza juvenil, sino sobre todo el contacto puro y simple con la naturaleza". Deo gratias.
4.- La mayoría de los moralistas contrarios al naturismo se basan en una concreta interpretación del episodio del Génesis en el que Adán y Eva, avergonzados de su desnudez, se cubren con un taparrabos de hojas y Yahveh los viste con pieles antes de expulsarlos del Paraíso, e invocan la necesidad de mantener el pudor y la de no quebrantar el Noveno Mandamiento.
5.- No tiene mucha lógica, a mi modo de ver, sostener que la desnudez en común sólo es moralmente lícita en el ámbito conyugal y a la vez esgrimir como argumento contra el nudismo la vergüenza y los faldellines de Adán y Eva, que eran marido y mujer. Hay en esto algo que no encaja. Dicho de otra forma: si nuestros primeros padres eran una sola carne no tenían por qué avergonzarse de su desnudez; y si, pese a todo, se nos dice que se avergüenzan de ella, hay que concluir que o bien dentro del matrimonio la desnudez es tan reprobable como fuera de él -conclusión que, me parece, la propia naturaleza de las cosas y la totalidad de los moralistas descartan- o bien que ese episodio exige una lectura simbólica: más allá de cualquier interpretación literal, es un medio para mostrar la irrupción de la concupiscencia en la naturaleza humana a partir del Pecado Original.
6.- La entrega de los vestidos de pieles por parte de Yahveh, que muchos entienden como una exhortación a cubrir la desnudez, puede interpretarse también, como yo he hecho en estas páginas, como un gesto de misericordia "corporal" que anticipa el consejo evangélico de "vestir al desnudo", paralelo a los de "dar de comer al hambriento" y "dar de beber al sediento". Con ello se querría poner de manifiesto que Dios ama al hombre incluso cuando ha pecado. Y pienso esto porque una vez que Adán y Eva, tras la Caída, cubrieron sus genitales con aquellos faldellines de hojas de higuera, el pudor ya estaba a salvo. No, en cambio, su temperatura corporal.
7.- El pudor, bien entendido, no es tanto cuestión de unos centímetro más o menos de tejido sobre el cuerpo como un medio de defensa o salvaguarda de la Castidad. Su sentido es evitar que los demás cometan por nuestra culpa, o nosotros mismos cometamos, algún pecado contra el Sexto o el Noveno Mandamiento. Y acaso no sea superfluo recordar aquí que para que exista pecado tiene que haber, además de otras condiciones, un pleno consentimiento de la voluntad.
8.- Como también he dicho muchas veces en este blog -en algunas aduciendo textos de san Juan Pablo II y otros autores de Teología Moral-, el pudor, que es un instinto natural y universal en el ser humano, se manifiesta de diversas formas a través del espacio y el tiempo; es decir que, además de su carácter radicalmente natural, tiene también un componente cultural. El pudor español de 2024 no es el mismo que el de 1940, y ninguno de ellos el mismo que el pudor ona, korowai o yanomami. El pudor en un templo o en la vía pública no es el mismo de una piscina o una playa. Etc. En alguna ocasión he sostenido también aquí que, en definitiva, el pudor es la adecuación al entorno.
9.- Entiendo que, lo mismo que en un territorio en el que todo el mundo vive desnudo, porque ésa es allí la costumbre, el individuo que está desnudo no falta al pudor, en un entorno occidental en el que todo el mundo se haya puesto de acuerdo en estar desnudo, estarlo tampoco supone una falta de pudor. Otra cosa sería andar desnudo donde no es ésa la norma y algunas conciencias pudieran verse perturbadas. Eso podría constituir un pecado de escándalo.
10.- Al afirmar que el desnudismo es siempre pecado porque va directamente contra el Noveno Mandamiento se da un salto conceptual considerable, como si la visión de la desnudez ajena supusiera necesariamente, como por naturaleza, la aparición de malos pensamientos y deseos. No es así: existen y han existido siempre pueblos que desconocen el vestido, o lo usan en expresiones mínimas, y viven su vida diaria con la mayor tranquilidad, sin ver en la desnudez un estímulo sexual; y lo mismo puede decirse de las gentes que se bañan o bañaban colectivamente en países como Finlandia, Rusia o Japón.
11.- Por supuesto, la situación cultural de esos pueblos que tradicionalmente han vivido sin ropa no es exactamente la misma que la de la gente occidental de nuestra época, que, acostumbrada a estar vestida, en principio no puede dejar de ver la desnudez como un estado excepcional; pero también es cierto que las culturas cambian, y más en un mundo tan intercomunicado como el nuestro. Hoy es algo muy habitual ver en nuestros medios de comunicación imágenes de esos pueblos llamados "primitivos", por no hablar de quienes viajan a los países en que viven esos pueblos, y su desnudez ya no sorprende a nadie (y, en sentido inverso, los nativos de algunas regiones que desconocían el vestido hasta la llegada de los primeros exploradores y misioneros occidentales, a partir de aquellos momentos fueron abandonando su desnudez originaria para adoptar los usos indumentarios de sus visitantes). También a través de los medios muchas personas se han familiarizado con la visión de playas o centros naturistas de todo el mundo. Las culturas son cambiantes, y con ellas cambian también las ocasiones, sean remotas o próximas, de caer en la lujuria. En la actualidad, aparte ya el caso de las sociedades que viven en estado de desnudez, el testimonio de millares de naturistas acredita que es posible que personas desnudas se vean e interactúen sin incurrir en pecados de pensamiento o deseo.
12.- De ser cierto que estar desnudo ante otro(s) o ver a otro (s) desnudo(s) es pecar irremediablemente, y aun dejando aparte los casos de necesidad justificada, como las consultas médicas, los partos, las misiones en regiones donde los nativos están permanentemente desnudos, etc. y los desnudamientos humillantes impuestos -por ejemplo, a algunos mártires-, ¿qué diremos del profetas Isaías, que por orden de Yahveh vivió desnudo y descalzo durante tres años (Is 20, 2-4)?, ¿y de los que presenciaron la Crucifixión de Jesús o Su Descendimiento de la Cruz?, ¿y de Jesús mismo cuando fue bautizado en el Jordán?, ¿y de san Pedro cuando pesca desnudo en su barca?, ¿y del discípulo joven que escapa desnudo, soltando una sábana, de los que acusaban a Jesús?, ¿y de todos los catecúmenos que durante tantos siglos recibían el Sacramento del Bautismo completamente desnudos ante su comunidad? ¿y de la desnudez ascética de santa María Egipcíaca y otros santos y santas eremitas, como san Onofre o santa María Magdalena?, ¿y de san Francisco de Asís cuando se despojó de su ropa para indicar su renuncia a la mundanidad?
13.- Recordando los pasajes evangélicos que cité en la primera entrada de este blog, diría que en el caso del nudismo la cuestión no depende tanto de la mayor o menor cantidad de carne humana que mostremos o tengamos ante los ojos como de nuestra actitud interna. No es lo que viene de fuera, sino lo que sale de nosotros lo que constituye pecado. El factor decisivo en estos asuntos es la intencionalidad. Por eso es muy verdad que se puede estar desnudo y ser pudoroso y casto, como se puede estar vestido con varias capas de ropa y pecar contra el Noveno Mandamiento (y hasta contra el Sexto, por incómodo que resulte); y se puede ver a una persona desnuda y no cometer ningún pecado y sí cometerlo contemplando a alguien vestido con el uniforme de la Policía Nacional.
14.- "Es del corazón de donde salen las fornicaciones", etc. Por eso considero que una persona de corazón limpio, habituada al dominio de sí misma y a la vivencia de la Castidad, está, por así decirlo, más "capacitada" para la práctica del auténtico nudismo que la que, entregada a sus instintos, con la mente sucia, vive en permanente estado de predisposición sexual. Difícilmente podrá esta persona disociar la desnudez y la lujuria como lo requiere el naturismo "razonable".
15.- Si algún día -que no creo que llegue jamás- el Magisterio de la Iglesia declarase incompatible la práctica del nudismo con el catolicismo, el que esto escribe la abandonaría inmediatamente y trataría de convencer a todos los naturistas católicos para que hiciesen lo propio.
Espero que estas reflexiones le ayuden un poco a discernir. Puede, además, consultar las dos entradas que he dedicado en este blog (20-03-2022 y 27-03-2022) a reseñar algunos libros de enfoque católico sobre el desnudismo y, si tiene ocasión, leer esas obras.
Sepa mi amable lector o lectora que me tiene a su disposición.
Ilustraciones:
1.-Adán y Eva en el Paraíso, Masolino da Panigale (1383-1440), Capilla Brancacci, Florencia. 2.-Viacrucis de Jasna Gora (Polonia), XI estación, Jerzy Duda Gracz (1941-2004). 3.-Indígenas de las Islas Marianas, Naturgeschichte und Abbildung des Menschen, H. R. Schinz (1845). 4.-Campo nudista.
Enhorabuena por el artículo, como católico muchas veces me surgen las dudas sobre si es moralmente reprochable el nudismo, pero después de leer esto es difícil pensar que es algo negativo
ResponderEliminarGracias. Le sugiero que use como oración aquella frase de santo Tomás de Aquino: ""Me diste tantas cosas, Señor; dame una más: un corazón puro".
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