MÁS TESTIMONIOS: MAURICIO RUGENDAS (1827)

Johann Moritz Rugendas (1802-1858), también conocido como Mauricio Rugendas, fue un artista alemán que en 1821 se enroló como dibujante en una expedición científica con destino a Sudamérica, dirigida por el barón prusiano Georg Heinrich von Langsdorff (en ruso, Grigori Ivanovitch Langsdorff).

Como resultado del viaje, en 1827 publicó en París y Londres un libro titulado Voyage pittoresque dans le Brésil en el que, a lo largo de 20 "fascículos", recogió sus impresiones sobre la vida en aquel país.

En varios de esos fascículos, especialmente en los comprendidos entre el XI y el XVI, dedicados a "Costumbres y usos de los indios y los europeos", se refiere a los indígenas brasileños, ilustrando su texto con grabados que evidencian, una vez más, que aquellos pueblos desconocían el vestido. "En general -dice en el fascículo XI- los hombres y las mujeres están desnudos. Los hombres llevan alrededor de las partes vergonzosas una funda de hojas enrolladas, y las mujeres tienen alrededor de las caderas una especie de mandil trenzado; todo lo demás es más bien adorno que vestido".

Me parece interesante señalar que para Rugendas, según sostiene en el fascículo VII, "las relaciones de los viajeros más antiguos, por ejemplo de Lery, de Staden, etc., demuestran que en la época de la conquista los habitantes primitivos del Brasil habían llegado a un grado de civilización más elevado que aquel en que los vemos hoy". En aquellos comienzos del siglo XIX en que él los encuentra -añade- "los indios no son hombres de la Naturaleza; no son tanto salvajes como hombres que han retrocedido hacia ese estado", y de ello culpa primordialmente a los portugueses, que "no han hecho absolutamente nada más que destruir la civilización que encontraron establecida, como destruyeron a los pueblos mismos". Está clara, creo, la influencia de Rousseau en esta visión del buen salvaje víctima de la civilización corruptora.

Traigo aquí algunas ilustraciones del Voyage que atestiguan la existencia de pueblos que desconocen el vestido, algunos de ellos ni siquiera en las formas mínimas mencionadas por Rugendas en el texto que cité arriba. La primera corresponde al fascículo VII; las demás, a los XI y XII.