INSÓLITO: LA VIRGEN EN EL BAÑO

        Que hasta la consolidación de la sociedad burguesa los cristianos veían el cuerpo humano de una forma muy distinta a la actualmente predominante es un hecho que prueban muchas de las entradas que a lo largo de los últimos años han ido apareciendo en este blog: una multitud de imágenes de Adán y Eva, de Noé, de Isaac, de José y la mujer de Putifar, de Sansón, de David, de Betsabé, de Judith, de Job, de Daniel, de Susana, de Jonás, de san Juan Bautista, de muchos santos, del Juicio Final y del propio Jesús -no sólo en Su infancia, sino también en Su bautismo, Su flagelación, Su crucifixión, Su descendimiento de la Cruz, Su entierro, Su bajada al Sheol y Su resurrección- demuestran que la representación de la desnudez no era sistemáticamente considerada en el ámbito de la Iglesia como algo inmoral.
      En lo que respecta a la Santísima Virgen, madre de Dios y madre nuestra, aunque es antigua y muy sostenida la tradición iconográfica de la "Virgo lactans" o "La Virgen de la leche", y hemos visto también en estas páginas la representación de diversas "lactaciones" en las que Nuestra Señora aparece con un pecho descubierto, los artistas, supongo que tanto por respeto a su persona castísima como porque su vida, a diferencia de la de su hijo, Jesucristo, no ofrece episodios que impliquen la desnudez, se han abstenido de representarla enteramente desnuda.
       Por eso me parece extremadamente rara y curiosa la hermosa miniatura que reproduzco a continuación, parte de un libro de horas fechado entre 1400 y 1410 que se conserva en la Koninklijke Bibliotheek de La Haya y representa, podríamos decir, "el baño de María". La Virgen, niña, aparece, desnuda, sumergida hasta la cintura en una tina mientras otra mujer -no santa Ana, puesto que ella no tiene una aureola tras su cabeza; tal vez una criada- añade con un jarro agua a la bañera. No me atrevo a decir si agua fría para rebajar la temperatura de la del baño o caliente para elevarla. En todo caso, tras esa mujer se ve una chimenea con fuego encendido y sobre las llamas un puchero donde sin duda se ha calentado el agua para llenar la cuba. Al otro lado, frente a la Virgen, se ve un banco cubierto por una toalla sobre la cual se sostienen dos tarros con, es de suponer, perfumes o ungüentos. Encima, una viga de la que cuelga la ropa de María.

                                                                                                                                                                      Conjunto


                                                                                               Detalle
      
        Una imagen insólita y simpática, que sugiere que Santa María, no por estar exenta del Pecado Original y de cualquier pecado personal tuvo una vida distinta de la normal de cualquier mujer judía de su tiempo; una vida sencilla, sin nada espectacular, en la que, con la mayor naturalidad, cada instante estuvo dedicado a cumplir la voluntad de Dios.


    

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