JULIO CAMBA, NUDISTA SOLITARIO

           Julio Camba (Villanueva de Arosa, Pontevedra, 1884-Madrid, 1962), que ya ha aparecido en este blog (véase la entrada del 24-01-21), es uno de los más brillantes periodistas españoles de todos los tiempos.
             Después de cursar los primeros estudios en su villa natal, a los 13 años se escapó de su casa para embarcarse como polizón en un barco que le llevó a la República Argentina. En Buenos Aires se aparta del galleguismo que había profesado en su adolescencia para escribir panfletos y manifiestos anarquistas, por lo que en 1902, cuando anda por los 18 años, es expulsado del país junto con otros ácratas extranjeros. De nuevo en España y en su región natal, colabora en el Diario de Pontevedra, pero pronto se traslada a Madrid, donde escribe en periódicos anarquistas como El Porvenir del Obrero y La Revista Blanca y funda El Rebelde. En 1905 empieza a colaborar en El País, diario republicano, con artículos que le ganan ya un reconocimiento. A raíz del atentado del anarquista Mateo Morral contra Alfonso XIII el día de la boda del rey (31 de mayo de 1906), Camba fue llamado a declarar, aunque, como explicaría, su relación con el autor del atentado era muy escasa. En 1907 comienza su actividad como cronista parlamentario en España Nueva y El Mundo. El año siguiente se incorpora a la redacción de La Correspondencia de España, que le enviará a Constantinopla como corresponsal en Turquía, donde cubre las elecciones. Comienza así su trayectoria de cronista viajero y cosmopolita. A su regreso a España, vuelve a El Mundo, que le confía las  corresponsalías de París y de Londres. En 1912 empieza a escribir en La Tribuna, que le enviará a Londres y a Munich. Continuando su evolución hacia posiciones conservadoras, en 1913 entra en el diario monárquico ABC, que lo manda como corresponsal a Berlín, donde permanecerá hasta el estallido de la I Guerra Mundial. Entre 1914 y 1917 reside en los Estados Unidos. De nuevo en Madrid, pasa a formar parte de la plantilla de El Sol. Después de 10 años en este diario, en el que trabaja como corresponsal en Berlín y Roma, vuelve al ABC, que le envía a Nueva York, "la ciudad automática". Allí continuaría hasta 1931. El comienzo de la Guerra Civil le sorprende en Portugal, de donde se traslada a Villanueva. Durante la contienda, sus crónicas se publican en el ABC de Sevilla, uno de los diarios más conspicuos del sector nacional. En 1949 fija su residencia en el Hotel Palace de Madrid, que será su domicilio de solterón ya durante todo el resto de su vida. Entre 1951 y 1953 escribió también en el diario Arriba, de la llamada “prensa del Movimiento”, en el que a menudo reedita, retocados, crónicas y artículos antiguos.

Julio Camba

            Sus columnas, en las que resplandecen su ingenio, su humor y su gracia expresiva junto a su condición de bon vivant cosmopolita, bienhumorado y escéptico -tirando a veces a cínico-, fueron recogidas en diversos libros, entre los que cabe destacar Alemania (1916), Londres (1916), Playas, ciudades y montañas (1916), Un año en el otro mundo (1917), La rana viajera (1920), Aventuras de una peseta (1923), Sobre casi nada (1927), Sobre casi todo (1927), La casa de Lúculo o El arte de comer (1929), La ciudad automática (1934), Mis páginas mejores (1956), Millones al horno (1958) y Países, gentes y cosas (1962).
             La biografía que el periodista Benito Leiro publicó en 2022 (Julio Camba. Un nudista en Vilanova) dio a conocer la faceta naturista del escritor, al que gustaba tomar baños de sol sin ropa, a solas, en las cercanías de la playa del Terrón, muy próxima a su pueblo natal. Para llegar a ella, subía a la gamela de su amigo el barquero Ventura Portas, que, doblando la punta de Ariño, le dejaba en el pinar de aquella playa. El columnista caminaba unos metros para llegar al Con da Mina, su solarium particular, un conjunto de grandes rocas en las que permanecía tumbado, mientras el barquero vigilaba para avisarle si alguien se acercaba por allí. Al parecer, Camba daba clases de inglés a Portas a cambio de pichones del palomar que la familia de éste tenía en el barrio de O Castro.

Playas del Con da Mina y O Terrón (Villanueva de Arosa)

            En un artículo publicado en El Mundo el 25 de agosto de 1909 habló Camba de las dificultades que comportaba la práctica del nudismo, siempre bajo la presión de las miradas burlonas de algunos y los comentarios de otros. Y es que su nudismo fue siempre muy discreto. En una ocasión unos bromistas le escondieron la ropa. "Cuando llegó la hora de volver a casa -cuenta Benito Leiro-, el bañista, ruborizado, se ocultó como pudo en el fondo de la gamela, para que no lo vieran desnudo los paseantes de orillamar. Y el barquero amigo le fue a buscar ropa".

Monumento a Julio Camba en Villanueva de Arosa

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