LA LACTACIÓN DE SAN BERNARDO (PRELIMINARES)

             No cabe duda de que el pecho femenino, en los tiempos actuales, tiene connotaciones predominantemente eróticas. Su función natural de amamantar a los hijos está hoy muy postergada ante la de estímulo del placer sexual. Por eso suele cubrirse pudorosamente, y cuando se muestra es en general con intenciones provocativas -espectáculos, revistas, publicidad, etc.-, más o menos comercializadas. Incluso la vieja y expresiva palabra teta, aunque perdura en ciertos modismos populares, como "niño de teta" o "dar la teta", en los ambientes "finos" se sustituye muy habitualmente por eufemismos como pecho (con el que yo mismo he querido comenzar estas líneas), senobusto, etc.; y quienes la usan ahora suelen hacerlo con intenciones más o menos torcidas.
           Estoy hablando, quede claro, del mundo occidental, porque en los pueblos llamados "primitivos" de las zonas cálidas del planeta las tetas de las mujeres nunca se han asociado directamente a lo sexual, y por eso se muestran sin reparo en la vida cotidiana.

                    
Mujeres konso, Etiopía.-  Mujeres jarawa, Islas Andaman, India 

                     
Mujeres yanomami, Venezuela.- Mujeres korowai, Papúa-Nueva Guinea 
              
          La moda del topless, hoy muy extendida, y que es una imitación del uso de esas culturas "primitivas"[1], tiene a mi entender un sentido ambiguo, que me confirma en la idea de que el pudor y el impudor dependen en gran medida de las intenciones y las actitudes: aunque es cierto que muchas mujeres que siguen esa moda en playas y piscinas lo hacen con ánimo de recuperar la naturalidad, vindicando la inocencia de las tetas, no es menos cierto que el topless se utiliza también en espectáculos, revistas, publicidad, etc., con claros fines de provocación sexual, y no faltan tampoco mujeres que en playas y piscinas actúan de modo exhibicionistanuditas criminalis.

      
Mujeres europeas
     
         Pero aun en el mundo occidental las cosas no fueron siempre como son hoy. Hasta el advenimiento de la Ilustración y la ética burguesa, las mamas se veían también primordialmente como eso, mamas, es decir los órganos de la lactancia. De ahí que la presencia de mujeres amamantando a sus hijos fuese algo perfectamente asumido en la normalidad de la vida social, y no algo que había que ocultar y hasta mencionar con eufemismos. Recordemos que en un pasaje del Evangelio (Lc 11, 25) una mujer del pueblo, después de que Jesús expulsara al demonio que tenía a un pobre hombre poseído y enmudecido, le piropea diciéndole con toda naturalidad: "¡Bienaventurados el vientre que te gestó y los pechos que te amamantaron!". De hecho, en algunos ambientes rurales todavía hoy es frecuente ver a mujeres dando el pecho a sus niños ante la vista de los demás sin la menor vergüenza. Aunque no pocas personas se extrañaron con la noticia, el papa Francisco no hacía sino adherirse a una larga tradición cuando el 7 de enero de 2018, celebrando la Misa en la Capilla Sixtina, dijo aquello de "Madres, ustedes pueden dar leche a sus hijos, incluso ahora; si ellos lloran porque tienen hambre, amamántenlos, no se preocupen [...] amamántenlos, no tengan miedo, aliméntenlos porque ése también es el lenguaje del amor". He observado que en nuestras ciudades algunas mamás jóvenes están ahora mismo recuperando aquella sana costumbre.

Miniatura medieval anónima

          La iconografía religiosa cristiana atestigua también esto. Las representaciones pictóricas y escultóricas de la creación de Adán y Eva, el Pecado Original y la expulsión del Paraíso muestran habitualmente, tanto fuera como dentro de los templos, a Eva con el pecho descubierto. Según el relato del Génesis, cuando nuestros primeros padres, después de desobedecer a Dios cometiendo el Pecado Original, sienten vergüenza de verse desnudos, se cubren la zona genital con unos cinturones de hojas. Podría decirse, por consiguiente, que Eva fue la inventora del topless.         

Pedro Moreto-Juan Martínez de Salamanca-Pedro Morón-Juan Catalán (1555-1556), 
iglesia de San Miguel Arcángel, Ibdes, Zaragoza

           Asimismo es tradicional la imagen de “la Virgen de la Leche”, la “Virgo Lactans”, tan repetida a lo largo de los siglos que sería imposible establecer un inventario total de sus manifestaciones. Traeré aquí sólo una mínima muestra. Nadie pensó que la representación del pecho de María cuando amamantaba al Niño Jesús infringía las disposiciones del Concilio de Trento contra la presencia de desnudos en el Arte católico. En la sesión del 3 de diciembre de 1563 los padres conciliares habían ordenado: "omnis denique lascivia vitetur, ita ut procaci venustate imagines non pingantur nec ornentur" ("Finalmente, evítese todo lo lascivo, de modo que no se pinten ni ornamenten imágenes con una belleza procaz"). El carmelita Padre Juan de las Ruelas, en el capítulo XVI de su libro Hermosura corporal de la Madre de Dios (1621) trata prolijamente "Del cuello y pechos de la Sanctissima Virgen Maria nuestra Señora". Después de sostener que las mamas sirven para embellecer a la mujer y sustentar a los hijos, dice que "son dignos grandemente de alabança los pechos de la Santissima Virgen. Lo primero, por la mucha gracia que en si tuvieron. Lo segundo, porque con ellos sustentó, y crió, a Jesuchristo su bendito Hijo". 

 

Anónimo (s. II), catacumba de Priscila, Roma.-  Anónimo bizantino, iglesia de Agios Nikolaos tis Stegis, Kakopetria (Chipre)

                        
Anónimo (s. XII), pila bautismal, iglesia de San Martín de Unx, Navarra.-  Anónimo (s. XIII), Madonna della Catena, iglesia de San Silvestro al Quirinale, Roma

Anónimo (s. XIV), Île de France.-  Ambrogio Lorenzetti (s. XIV).- Anónimo francés (s. XIV)

                                                                       
Masolino da Panicale (o Pesello) (s. XV).-  Bartolomeo Vivarini (s. XV)

                       
Jean Fouquet (s. XV).- Sebastiano Mainardi (s. XV-XVI) 

                         
Jan Gossaert (s. XV-XVI).- Joos van Cleve (s. XVI)

        
Bernard van Orley (s. XVI).- Anónimo, escuela de Brujas (s. XVI)
                         
             
Hans Baldung Grien (s. XVI).- Hendrick Bloemaert (s. XVII)
                                     
                                
Artemisia Gentileschi (s. XVII).-  Pieter Paul Rubens (s. XVII)

                                             
Rembrandt van Rijn (s. XVII).- Anónimo cusqueño (s. XVII)

                              
Anónimo italiano (s. XVIII), Pinacoteca Provinciale, Bari.- Jean-Baptiste-Marie Pierre (s. XVIII)

              Esto prueba que durante mucho tiempo, en los medios cristianos, y en los específicamente católicos, la mera visión de las mamas no era considerada algo que movilizara la concupiscencia. El hecho de que imágenes de este tipo aparezcan hoy incluidas en tantos blogs dedicados al erotismo (que a menudo recogen también con la misma injusticia cuadros, dibujos, grabados y esculturas sobre el tema de la "Caritas Romana") es una buena prueba de la perversión de la mirada que caracteriza la época contemporánea.
              Todo lo dicho hasta ahora pretendía contextualizar debidamente el tema del que quiero tratar hoy, en verdad muy chocante para la mentalidad actual, que, al parecer, es incapaz de interpretarlo en clave no erótica: la Lactación de San Bernardo ("Lactatio Bernardi").
          Bernard de Fontaine, hijo de familia noble, nació en el castillo de Fontaine-lès-Dijon, en la región francesa de Borgoña, el año 1090. En 1113 ingresa en la orden del Císter, que a la sazón tenía un solo monasterio, fundado en 1098 por Robert de Molesme en Saint-Nicolas-lès-Cîteaux, cerca del lugar de nacimiento de Bernardo. Animados por él, entran también en el noviciado hasta 30 parientes y amigos suyos. Guillaume de Champeaux, obispo de Chalons-sur-Marne, le ordenó de sacerdote. A los dos años de su llegada, el abad del monasterio, Stephen Harding, ante la "masificación" provocada por tal número de monjes, además emparentados entre sí, decide enviar a Bernardo para fundar el monasterio de Clairvaux, Claraval, del que fue abad hasta su muerte. De ahí que haya pasado a la Historia como San Bernardo de Claraval. Estableció allí una regla más rigurosa que la de Cluny, que con el tiempo se había ido relajando, y su salud acabó resintiéndose a causa de ella. Fundaría después otros 68 monasterios. Sus grandes cualidades humanas y su alta espiritualidad le convirtieron en un personaje muy importante en la Historia de la Iglesia: predicó infatigable y emotivamente -sobre todo por el Sur de Francia-, lo que le valdría el sobrenombre de "Doctor Mellifluus" ("Doctor Melifluo", que destila miel), se opuso al racionalismo teológico de Pedro Abelardo, impulsó la vida monástica, el misticismo, la devoción a la Virgen, el canto gregoriano y la transición de la arquitectura románica a la gótica, en la que la desnudez y elevación de los muros y las columnas expresaba un impulso ascensional muy conforme con la espiritualidad de Bernardo. En sus monasterios las vidrieras dejaron la policromía para reducirse al color blanco, cuya luz se asemejaba a la de la Vida Eterna. Contribuyó a la resolución del cisma del antipapa Anacleto II y a la elección de Inocencio II (1130). Predicó la Segunda Cruzada (1144-1148). Su influencia aumentó aún más al llegar al papado en 1145 Eugenio III, también cisterciense y discípulo suyo. Murió en agosto de 1153 y fue canonizado en 1174.
           En el libro Ci nous dit. Composicion de la Sainte Escripture, colección de exempla redactada por un fraile mendicante anónimo en la primera mitad del siglo XIV, aparece la primera referencia literaria a la Lactación de San Bernardo, aunque por aquellas fechas ya había alguna pintura sobre el suceso. Estando el joven Bernardo en Cîteaux, su obispo, Guillaume de Champeaux, le mandó predicar un sermón. Atemorizado ante la importancia del encargo, el monje corrió a pedir ayuda a una imagen de la "Virgo Lactans", diciéndole "Monstra te esse matrem" ("Muestra que eres madre"). Hay dos versiones de lo que a continuación sucedió. Según una, Bernardo se quedó dormido y soñó que la Virgen le concedía un poco de la leche de su pecho, la misma con la que el Niño Jesús era alimentado, que le otorgó la gracia de la elocuencia; según la otra, esto ocurrió porque la imagen cobró vida. De hecho, en un sermón para el domingo en la Octava de la Asunción, San Bernardo dijo que María "toda es suavidad y a todos ofrece el más humano abrigo y el néctar de sus pechos [...] Alimentad hoy, Señora, a vuestros pobres, dadles de beber de vuestra copiosa vasija". Muy probablemente en el trasfondo de esto está el ideal evangélico de la infancia espiritual: "En verdad os digo que si no os hacéis otra vez semejantes a los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18, 3); "Como niños recién nacidos, apeteced la leche del espíritu, sin fraude, para que con ella vayáis creciendo en orden a la salvación" (1 Pe 2,2). Por otra parte, parece evidente que la actitud de Bernardo ante los pechos femeninos y la lactancia era la corriente en su época y no, desde luego, la dominante en los tres últimos siglos.  
           Dicho lo anterior, en las próximas entradas recogeré la iconografía de la "Lactatio Bernardi" que he logrado encontrar.          




[1] Si bien es cierto que lo que en aquellas culturas es tenue cotidiana habitual, en las nuestras es algo ocasional, circunscrito a playas y piscinas, es decir, un fenómeno en cierta medida excepcional; y esta diferencia no me parece ni psicológica ni sociológicamente irrelevante. Si en la cultura occidental de hoy la desnudez del torso femenino fuese habitual en cualquier momento y cualquier lugar, como lo es en algunas culturas "primitivas", a ninguna extremista del feminismo se le ocurriría utilizarla como medio de protesta. Eso que en una playa o piscina hoy no llama la atención de nadie, en una calle, una iglesia o cualquier local público supone una transgresión provocadora.


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