ROXANA KREIMER HABLA SOBRE EL PUDOR
Traigo hoy aquí unos fragmentos de un interesante artículo “Sobre el
pudor” de la filósofa y socióloga argentina Roxana Kreimer (n. 1959).
Confieso que el resultado de la "experiencia" mencionada en su
primer párrafo no me parece verosímil, aunque reconozco que, aun con su esquematismo un tanto caricaturesco, sirve eficazmente a la tesis que la autora sostiene en la última
frase de ese mismo párrafo.
Tesis que tampoco comparto al 100%: en mi opinión, el pudor es un sentimiento -o instinto- universal; lo que es variable según las culturas y los momentos es el sentido del pudor. Precisamente para demostrar esto, en su novela de 1927 Voyage au pays des articoles (Viaje al país de los artícolas), André Maurois imaginó una sociedad primitiva en la que hombres y mujeres no llevan otra prenda de vestir que un pequeño brazalete; pero, eso sí, para no faltar al pudor, ponen especial cuidado en que el brazalete esté siempre debidamente colocado. Los indios zo'é de la Amazonía viven totalmente desnudos, pero del hecho de que carezcan de ropa no deberíamos deducir que carecen de pudor. Por poner un ejemplo (que seguro no es el único posible): cuando una mujer zo'é se sienta en el suelo, procura doblar lateralmente una pierna, de forma que el pie impida una visión demasiado directa de su vagina. Para ella la desnudez en sí misma no es impúdica, pero sí puede serlo una determinada postura corporal. Quizá todo quedaría más claro en este punto si aceptásemos que el pudor físico no depende únicamente del vestido. Ahora recuerdo que el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), en su Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano (lib. XXVI, cap. X), decía haber visto en Santa Marta "muchas indias desnudas más vergonzosas que algunas cristianas
vestidas".
Pero vamos al artículo:
"Si hiciéramos la experiencia de reunir a cuatro mujeres
desnudas en una habitación -una árabe, una china, una occidental y una
yanomami- y dejáramos entrar sorpresivamente a un hombre, la mujer árabe
cubriría su rostro, la china acaso se taparía los pies, la occidental
inclinaría los brazos para cubrirse los senos y el pubis y la yanomami seguiría
haciendo sus cosas como si nada. El experimento no solo mostraría que el pudor
no es un valor universal, sino que las comunidades que cultivan algún tipo de
recato no siempre ocultan las mismas partes ante los ojos de la mayoría de sus
habitantes.
La moda del topless y el nudismo en general, que aún con
marchas y contramarchas se impone progresivamente en un número creciente de
playas del mundo entero, lleva a formularse la pregunta: ¿Qué es el pudor? ¿Su
existencia depende estrictamente de la invención de los ornamentos y del
vestido?
Para el historiador de la moda Nicola Squicciarino, en Occidente el pudor aparece como el 'angustioso' recuerdo de nuestra parte animal, instintiva y no racional. La concepción cristiana del cuerpo como una 'cárcel del alma' es coronada en la afirmación de Hegel de que 'el hombre que toma conciencia de su destino superior, es decir, de su esencia espiritual, oculta las partes de su cuerpo que sirven solamente para desempeñar las funciones animales'. Durkheim también define al pudor como la lucha contra la animalidad, pero con el matiz que supone la afirmación de que su origen también se vincula con los 'peligrosos' efluvios sexuales femeninos.
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En diversas culturas -incluida la occidental- los celos masculinos habrían sido una de las razones poderosas para crear el vestido y, con él, el pudor, que se manifestaría principalmente a través de un abanico de tabúes. Mientras en algunas de estas comunidades los hombres circulan desnudos y las mujeres tienden a cubrirse, en otras es frecuente que las mujeres casadas vayan vestidas, y que las demás, aunque adultas, no usen ropa.
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Como es de suponer, el desnudo no ejerce ninguna función erótica en los pueblos en los que no existe la vestimenta. La curiosidad, la fantasía y hasta la obsesión por el cuerpo desnudo fueron despertados justamente por el hábito de permanecer siempre vestidos y por el consiguiente impacto que se obtiene al desvestirse. Como una suerte de switch mediante el cual el interés sexual puede avivarse o aplacarse, el vestido aparece como un mecanismo regulador de las fronteras del erotismo y del pudor. La paradoja planteada en Occidente es que la propensión a cubrir el propio cuerpo no ha reducido el interés sexual sino que, por el contrario, lo ha refinado y potenciado. 'Donde hay un tabú hay un deseo', recordaba Freud al llamar la atención sobre esta función ambivalente de las prendas de vestir.
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Así es como los denodados esfuerzos realizados por los
jesuitas para 'educar' en el pudor a los pueblos indígenas,
acostumbrándolos a cubrirse partiendo de las zonas genitales, produjeron
exactamente el efecto opuesto, estimulando una gran curiosidad por el sexo
contrario. La función erótica del vestido fue la razón por la que en algunos
pueblos de Africa Occidental los varones se han negado a que las mujeres
incrementaran su atractivo sexual utilizando cualquier tipo de ropa. No es muy
diverso el efecto producido en las playas nudistas, donde al parecer la atracción
sexual por los cuerpos completamente desnudos es considerablemente menor que en
las playas en las que los bañistas están provistos de diminutos trajes de baño.
El nudismo suele practicarse en compañía de los hijos y cualquier tipo de
exhibicionismo grosero es rápidamente descalificado. La exposición a la que
aspiran gran cantidad de nudistas es afable y delicada: en la isla de San
Martin, por ejemplo, los turistas circulan desnudos por las boutiques, por el
supermercado y por el restorán sin que ninguna patota de muchachos asome sus
risitas para espiar a las chicas.
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¿Cómo es que la mujer parece más pudorosa y al mismo tiempo
más exhibicionista que el hombre? Algunos psicólogos sostienen que la tendencia
femenina a mostrar el cuerpo deriva de la fisiología misma de la mujer, cuyas
zonas erógenas están más extendidas por toda la superficie corporal que en el
caso del hombre. El exhibicionismo aparecería así como una suerte de Mr. Hide
del Dr. Jeckill del pudor: mientras el primero tendería a mostrar el cuerpo y a
tornarlo más atractivo, el segundo perseguiría el mismo propósito ocultándolo
total o parcialmente".
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Ilustraciones:
1.-Bantúes kavirondo, África Oriental Británica (ca. 1925). 2.- Indios wari', Rondônia, Brasil (1962). 3.- Nudistas (s. XXI). 4.-Picnic de familias nudistas (s. XXI).
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