CIEN ENTRADAS

          Entrada número 100. Más de dos años pontificando -no (¡Dios me libre!) en el sentido vulgar de "exponer opiniones con tono dogmático y suficiente", sino en el etimológico de "tender puentes"- con el objeto de enlazar el naturismo con la Fe en Cristo, y la Fe con el naturismo, siempre bajo la guía de la "Teología del Cuerpo" propuesta por san Juan Pablo II y el pensamiento de Jim C. Cunningham. El ser humano, obra maestra del Creador, que lo hizo "a su imagen y semejanza", es inseparablemente espíritu y carne, y con su espíritu y su carne, que ambos son buenos, no despreciables ni vergonzosos, está llamado por Dios a la santidad y la Eternidad.


        Como se habrá podido observar, este blog no se ciñe en absoluto a la actualidad. Si se exceptúan las anuales de Navidad y Pascua, todas sus entradas son, por decirlo así, intemporales, y por consiguiente legibles en cualquier momento y en cualquier orden. Por esa misma intemporalidad están abiertas a revisión y modificación. De hecho, son varias la que han ido cambiando, creciendo y (espero que) mejorando desde la fecha de su publicación. Y por eso también, los comentarios no tienen que referirse necesariamente a la entrada más reciente. Las cuestiones que se tocan aquí están por encima de la superficie anecdótica del transcurso del tiempo. Si algún lector quiere escribir algo a propósito de cualquiera de las entradas antiguas, sepa que será tenido en cuenta y, si es del caso, respondido.
       De estas cien entradas, una buena parte se han dedicado a recoger series iconográficas sobre ciertos episodios o personajes de la Escritura o de la Historia de la Iglesia en las que artistas de distintas épocas y distintas procedencias han representado el cuerpo humano desnudo, poniendo en evidencia que el Arte católico no ha adolecido sistemáticamente del horror a lo corporal que algunos, en épocas modernas, le han atribuido. Como es de suponer, la elaboración de una entrada de este tipo requiere unas cuantas horas de búsqueda, documentación y organización de las imágenes. Paciencia en dosis benedictinas ha sido necesaria alguna vez. Otras entradas han reproducido textos de diversos autores que, en alguna medida y desde diferentes puntos de vista, pero siempre en términos positivos, han escrito acerca del cuerpo humano, la desnudez, el pudor y el naturismo. Otras, por último, son reflexiones y opiniones basadas en mi propia experiencia; reflexiones y opiniones que en absoluto pretendo hacer pasar por verdades absolutas. En algunos casos, yo mismo las veo discutibles. Acaso en el futuro tenga que corregir alguna, evidenciando que he aprendido algo nuevo.


         Me sentiría muy satisfecho si supiera que alguna de estas entradas ha aportado algo bueno a algún lector. Si es verdad que a día de hoy todavía muchos católicos tienen un concepto negativo del nudismo, no lo es menos que muchos nudistas siguen convencidos de que la Iglesia Católica está "en la oposición". Como he explicado aquí unas cuantas veces, las posiciones contrarias de algunos católicos, eclesiásticos o laicos, por muchos que sean, no son la posición de la Iglesia, en cuyo seno -insistiré- se dan también opiniones favorables. La del Cardenal Wojtyłafuturo papa Juan Pablo II, por ejemplo, o la de Monseñor Jean-Louis Bruguès, que ya han salido en estas páginas pero recordaré otra vez: "el pudor no se identifica de manera tan sencilla con el empleo de vestidos, ni el impudor con la desnudez parcial o integral [...] Hay circunstancias en que la desnudez no es impúdica. Si alguien se vale de ella para tratar a la persona como un objeto de placer (aunque no sea más que por medio de actos interiores), él solo es quien comete un acto impúdico (impudor de los actos). El impudor del cuerpo no interviene más que en el momento en que la desnudez desempeña un papel negativo respecto del valor de la persona", dice el primero; y el segundo: "El naturismo [...] busca una armonía con la naturaleza que nos rodea. Si se acompaña de la inocencia de la mirada y de la modestia de la actitud, en una palabra, del pudor, no suscita particulares objeciones morales". 
             Amén.


        Y como enamorado de la naturaleza, obra de Dios y servidora y mensajera suya, voy a terminar esta pequeña conmemoración con estos hermosos versículos del "Cántico de los tres jóvenes" (Daniel 3, 57 y ss.):

Criaturas todas del Señor,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
 
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
 
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
 
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
 
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
 
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
 
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
 
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
 
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
 
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra,
bendiga al Señor.
 
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
 
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
 
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.
 
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
 
Almas y espíritus justos,
bendecid al Señor;
 
santos y humildes de corazón,
bendecid al Señor.
 
Ananías, Azarías y Misael,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Bendigamos al Padre y al Hijo
con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
 
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso
y ensalzado por los siglos.



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