Con esos conflictos y vaivenes entre Roma y Constantinopla comienza a gestarse lo que sería el Cisma de Oriente, consumado en 1053 por Miguel I
Cerulario, patriarca constantinopolitano desde 1043, que acusó de herejía a la Iglesia romana, se autoproclamó cabeza de
toda la cristiandad, clausuró los templos que mantuviesen el rito latino, se
incautó de monasterios y desterró a todos los monjes fieles a Roma. El papa León IX
envió a Constantinopla una delegación, presidida por el cardenal Humberto de Silva Candida, para intentar que se retractase de sus errores
y volviera a la recta disciplina, pero Miguel no cedió. El cardenal lo
excomulgó y él excomulgó a su vez a los miembros de la representación
pontificia. Así se desgajó de la Iglesia de Roma la Iglesia Oriental u
Ortodoxa, que pervive hoy, sin reconocer la autoridad del papa, aunque en las últimas décadas se han producido considerables acercamientos entre ambas confesiones.
Miguel I Cerulario recibe a los enviados del papa,
códice Skyllitzes Matritensis (s. XII), Biblioteca Nacional, Madrid
Si hasta aquel momento toda la
Iglesia, que era una, había compartido obispos, santos y doctores, entre los
cuales estaban los Santos Padres -san Hilario, san Ambrosio, san Jerónimo y san
Agustín en las regiones del Occidente, de lengua latina, y san Atanasio, san
Gregorio Nacianceno, san Basilio el Grande y san Juan Crisóstomo en el Oriente,
de lengua griega-, a partir del cisma, la Iglesia Católica y la Ortodoxa
tuvieron cada una su propia jerarquía y sus propios santos. Entre los de la Iglesia Ortodoxa se cuenta por cierto el propio Focio.
Otro
de los más famosos santos de esa confesión es el que hoy traigo aquí, conocido como san Basilio el Bendito, o
también san Basilio el Desnudo.
Nacido en Elokhov, cerca de Moscú, en diciembre de 1468, hijo de una familia pobre, sus padres lo pusieron a trabajar como aprendiz de zapatero. En cierta ocasión, un cliente fue a encargar unas botas al local en el que Basilio trabajaba, diciendo que al cabo de un año pasaría a recogerlas. Al oír esto, el aprendiz sonrió; y al preguntársele por qué lo hacía, respondió: "Ojalá cancelaras el pedido, porque nunca las usarás". Días después moría el comprador. Con este episodio quedó en evidencia su facultad profética
A los 16 años se trasladó a Moscú, y emprendió allí una vida al estilo de los llamados "santos locos" (jurodivyj) o "tontos de Cristo": ascetas, muy típicos de Rusia, que, sin domicilio fijo, callejeros, vivían de la limosna, despreciaban el mundo y el propio cuerpo, caminaban descalzos y algunos desnudos, tenían comportamientos deliberadamente extravagantes y a veces visión profética. Gozaban del respeto y el afecto de las gentes. Basilio optó por renunciar al vestido, incluso en el invierno moscovita. Sufrió incomprensiones, burlas y ataques, pero realizó varios milagros y hasta se ganó la admiración del zar Iván el Terrible. Murió el 2 de agosto de 1557 y fue enterrado en el cementerio de la iglesia moscovita de la Trinidad. Sobre ese camposanto, el zar ordenó construir una catedral, que con el tiempo pasaría a quedar bajo la advocación del propio Basilio, que había sido canonizado por la Iglesia Ortodoxa en 1588.
La devoción popular a Basilio el Bendito explica la gran cantidad de iconos que desde muy poco después de su muerte han representado su imagen. Generalmente el santo aparece en ellos de cuerpo entero y desnudo, situado en la parte derecha del icono pero inclinado hacia la izquierda. En el ángulo superior izquierdo del icono, frente a su cabeza, se ve a Dios Padre, a la Virgen, unos ángeles, etc.
Icono ruso (fines del s. XVI- comienzos del s. XVII), Galería Tretyakov, Moscú
Icono (s. XVII), catedral de San Basilio, Moscú
Más iconos antiguos:
Relieve anónimo, catedral de San Basilio, Moscú
Tapiz (s. XVI), catedral de San Basilio, Moscú
Éste es un icono antiguo sobre tabla al que se le puede superponer una cubierta de plata repujada:
Algunos iconos "narrativos" recogen distintos episodios de la vida de Basilio:
(s. XVII-XIX)
En bastantes ocasiones aparece al lado de algún otro santo. En los cinco iconos que recojo a continuación se le ve junto a uno que figura también en el santoral católico, por ser anterior al Cisma: San Basilio el Grande (s. IV):
(s. XVI)
(s. XVI-XVII)
Icono ruso con elementos de plata dorada (segunda mitad del s. XVI), col particular, Alemania
(s. XIX)
En éste, con santa Irene (Irina):
En éstos, del siglo XVII, figura al lado de San Juan de Moscú:
en éste, con el Beato Alexis:
en éste, con san Máximo:
(s. XVIII)
y en éste, con san Artemio de Verkola:
En nuestro días se siguen pintando iconos que presentan la imagen de Basilio según los mismos modelos antiguos:
Julia Bridget Hayes
San Basilio el Grande y san Basilio el Bendito
Y, para terminar, traigo esta original interpretación del pintor contemporáneo Sergei Kirillov (s. XX-XXI):
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