MITOS DEL NATURISMO: QUE NACEMOS DESNUDOS Y POR TANTO HEMOS DE VIVIR DESNUDOS

          Otra idea muy repetida en los círculos naturistas, y a mi juicio errónea, es la de que, como nacemos desnudos, estamos destinados a vivir también desnudos. Sin ir más lejos, el verano pasado me la repitió muy convencida, mientras paseábamos por la playa, una simpática nudista octogenaria. “Es natural que estemos desnudos -me decía-; es así como todos hemos nacido”.

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            Que nacemos desnudos no voy a discutirlo ahora, naturalmente. Y está muy bien que sea así. Solo faltaba, por si no fueran ya bastantes la fatigas que han de pasar las madres para traer un hijo al mundo en las condiciones "habituales", que los niños tuvieran que salir con el dodotis puesto.
        Dejando ya las bromas, convendría no olvidar que el ser humano es un proceso. No llegamos a la superficie de la tierra terminados y completos, sino como un "hacerse" que comienza en el momento mismo de la concepción y, tras los meses de vida intrauterina, a partir del momento del parto va pasando por distintas etapas terrestres hasta llegar al estado de adulto, que es la cúspide vital, tras la cual se inicia un declive, que va llevando paulatina y progresivamente a la vejez y a la muerte. Por eso la vejez es también vida humana, no algo ajeno a la vida, no una "infravida", y la muerte el final del proceso terreno; según creemos los cristianos, el tránsito hacia una vida más alta; un segundo y definitivo nacimiento.

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         Pensar, entonces, que haber nacido desnudos es indicio de que hemos sido destinados a estar desnudos es, más o menos, como pensar que, puesto que nacemos sin capacidad de hablar, tenemos que estar callados durante toda la vida; o que, ya que nacemos sin poder comer alimentos sólidos, tenemos que hacer a lo largo de toda la vida régimen de dieta líquida; o que, como al llegar al mundo no nos sostenemos en pie, hemos de pasar toda nuestra existencia gateando.
        Si a algunos nos gusta estar desnudos (se entiende que en ciertas circunstancias razonables) no es porque haya ningún motivo determinista para ello, sino, sencillamente, porque, "civilizados" occidentales contemporáneos, nos es agradable la sensación de libertad y bienestar que nos proporcionan el contacto directo con el sol, el aire y el agua -la "armonía con la naturaleza"- y la relación franca, confiada, respetuosa y, por supuesto, no sexual con otras personas también desnudas.

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Ilustraciones:




1.-El Niño Jesús, Anónimo quiteño venezolano.     2.-Cristo muertoGiulio Cesare Procaccini (s. XVI-XVII).       3.-Nudistas conversando en una playa.

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