MITOS DEL NATURISMO: QUE LA DESNUDEZ NOS IGUALA A TODOS

         Que las personas contrarias al nudismo defienden su posición muy a menudo con argumentos inconsistentes, por no decir bobos, es cosa archisabida; y este blog se ha ocupado más de una vez en recordarlo. Pero también los partidarios del nudismo aducen a menudo argumentos  bobos en apoyo de sus ideas. 
         De uno de esos argumentos bobos voy a tratar ahora, y es el de que "al despojarnos de la ropa quedan abolidas las diferencias sociales y todos somos iguales".
     

          Este razonamiento sería válido si las diferencias sociales dependiesen únicamente de la indumentaria; pero es que esas diferencias, como la experiencia y el sentido común le muestran a cualquiera que no tenga la mente nublada por el apasionamiento, vienen dadas también por otras cosas. 
          Uno puede desprenderse fácilmente de toda su ropa, sí; pero de la forma de hablar, de relacionarse con los demás, de comer, de divertirse, etc. no es tan sencillo desprenderse. A la experiencia me remito: llegas ante un grupo de "nudistas en acción" y, efectivamente, de entrada no percibes desigualdades sociales entre ellos. Pero solo de entrada: en cuanto esas personas abren la boca empiezas a notar que unas dicen palabrotas y otras no; que unas usan un lenguaje gramaticalmente correcto y otras no; que unas cuentan chistes zafios y otras no; que unas hablan de los programas de la televisión o del fútbol o de los chismorreos del momento y otras del Museo del Prado, de Brahms o de los puentes de Budapest; que unas mastican abriendo la boca y otras no; que unas tratan a los demás con cortesía y otras no... y así hasta que llegas a la conclusión de que es falsa esa idea de que la desnudez elimina las diferencias sociales. Nada de eso. Podría decirse, jugando con el refrán, que "aunque la mona se quite la seda, mona se queda".








   

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