TRES COSAS QUE NO ME GUSTAN

LA PRIMERA


          Lo apunté ya en la entrada del 22-02-2019: hay bastantes personas y entidades naturistas, al menos en España, que en los últimos tiempos vienen repitiendo 1) que, desaparecido de nuestro código penal el antiguo delito de "escándalo público", está permitido a cualquier persona presentarse desnuda en cualquier espacio público y 2) que, en consecuencia, ya no tiene sentido hablar de playas nudistas, puesto que, en rigor legal, todas lo son.
        Los defensores de estas ideas afirman que las sostienen en nombre de la libertad, pero, ¡cuidado!: es en nombre de su libertad, no realmente de la libertad. Porque la única libertad verdadera -esencial para el bien común- es la libertad de todos. También la de aquellas personas que, por las razones que sean, no quieren estar obligadas a ver gente desnuda a su lado.
         Algunos de esos nudistas "radicales" defienden sus posiciones mediante el cómodo recurso de descalificar a esas otras personas acusándolas -a veces, por cierto, en términos muy poco respetuosos- de ser gente inmadura, retrógrada, tarada, etc. Cada cual puede pensar lo que quiera, por supuesto, pero esa argumentación no es válida. ¿Por qué ha de ser el naturismo el paradigma de lo correcto y razonable, el "patrón oro" con arreglo al cual ha de valorarse lo demás?, ¿por qué han de ser los nudistas precisamente quienes repartan los certificados de madurez, progresismo y normalidad? Con igual derecho los "antinudistas" podrían ponerles a ellos esas mismas etiquetas. Por ese camino está claro que no vamos a ninguna parte que no sean la confrontación y el "trágala". El problema, en todo caso, queda sin resolver. 



     Mi opinión es que esas personas a las que la visión de la desnudez ajena les resulta molesta tienen derecho 1) a ser respetadas, como ya manifesté en aquella entrada del 22-02-2019, recordando que la definición "oficial" del nudismo habla precisamente de favorecer el respeto por los otros, y 2) a que no se las tache de seres inferiores por tener esa particularidad. Por consiguiente, y aunque con esto me gane la animadversión de algunos compañeros naturistas, me parece muy bien que sigan existiendo espacios -playas, campings, etc.- específicamente nudistas y que, en correspondencia, no se permita la desnudez en cualquier lugar público de ningún tipo.


LA SEGUNDA

  
      Por las mismas razones, entiendo que todas las personas que quieran ir a una playa nudista deben ponerse el uniforme del lugar. 
      No quiero adoptar posturas "talibanes" en este punto negándome a ceder ante ciertos hechos a mi juicio bastante explicables y tolerables. Por ejemplo, hay algunas parejas uno de cuyos miembros es naturista -según las estadísticas muestran,  predominantemente el varón- y el otro no. En casos así, admitir que la mujer se quede en topless o en bikini o traje de baño en la playa nudista, sin ser lo ideal, me parece menos malo que hacerles ir a cada uno a una playa distinta. Otro ejemplo: algunos niños educados por sus padres en el nudismo, al llegar a la adolescencia se encuentran inseguros en sus propios cuerpos y renuncian a seguir desnudándose en público. Es preferible, creo yo, que esos chicos y chicas usen bañador en la playa nudista a que tengan que separarse de sus padres y hermanos. Hay también mujeres que en ciertos días del mes se sienten incómodas sin nada de ropa... En atención a este tipo de situaciones, no creo que haya que ser radicales en la exigencia de la desnudez en los espacios nudistas. "No hay regla sin excepción".

       Pero, aparte ya estos casos, no me parece correcto en absoluto el comportamiento, ya no diré de los “mirones”, que es evidente que son gente enfermiza, sino tampoco el de esas personas que visitan las playas nudistas por una especie de curiosidad tonta, para divertirse (¿?) mirando a los que están desnudos como mirarían a los monos en un zoo, y después contar la “aventura” a sus amistades; ni el de las que, sin llegar a ese grado de tontería, teniendo tantas playas “textiles” a su disposición, van, por los motivos que sean, a ocupar sitio en una nudista, que a lo peor ya está bastante colmada. En un espacio declarado nudista hay una especie de pacto tácito en virtud del cual todo el mundo debe estar en las mismas condiciones. Quien no lo está, en cierto modo abusa de los demás circunstantes.

Y LA TERCERA


    Desde hace ya unos años, algunas asociaciones cívicas españolas vienen promoviendo cada verano campañas para pedir a las autoridades municipales y autonómicas de nuestras zonas costeras que algunas playas sean declaradas "familiares".

      
     El argumento básico de esos ciudadanos es, literalmente, éste: "Desde hace años, colectivos nudistas disponen de espacios públicos adaptados a su forma de vida. Sin embargo, no existen espacios donde el resto de los ciudadanos podamos disfrutar de nuestras playas y piscinas en un ambiente apto para las familias y los niños".
      ¡Cuidado aquí!: la primera frase es fácil de admitir: es indudablemente cierto que hay playas más o menos oficialmente catalogadas como nudistas. Bien. 
       El principio de la segunda frase ya he dejado claro hace un momento que me parece razonable: aunque mi "filosofía" personal es otra, comprendo que haya quien no desee ver cuerpos completamente desnudos en sus cercanías. Vale. 
       Ahora bien: una cosa es solicitar que se establezcan playas no nudistas -petición a la que estoy dispuesto a sumarme ahora mismo, en aras de la libertad de todos- y otra, muy distinta y muy falsa, afirmar que esas playas son el único ambiente “apto para las familias y los niños” y que las playas nudistas son lo opuesto a esas que ellos llaman “familiares”. 
      ¡Por favor, señores!: primero, a las playas nudistas acuden muchas familias y muchos niños. No sé qué idea tienen ustedes de ellas, pero les aseguro que en buena medida han de considerarse precisamente playas "familiares". Segundo, en las no nudistas no todo son familias y niños. Y tercero, en algunas playas no nudistas, de esas mismas que ustedes llaman "familiares", he visto yo escenas eróticas que juzgo inadmisibles en cualquier espacio público.


        Y aprovecharé la oportunidad para dejar aquí constancia de mi convencimiento de que el nudismo tiene -o, para ser más preciso puede tener- un gran valor pedagógico en la medida en que facilita que los niños desde pequeños vean la desnudez como algo natural, se desarrollen en un clima de confianza con sus padres y hermanos y no queden abocados a padecer a partir de la pubertad curiosidades enfermizas o traumas sexuales. Lógicamente, como católico pienso que en lo tocante a los niños la práctica del naturismo debe ir acompañada de una correcta educación moral que les haga valorar debidamente la Castidad, el pudor (bien entendido: cuestión de actitud antes que de ropa), el sentido del Matrimonio cristiano, la sexualidad, la fidelidad, etc. Con el complemento de esta imprescindible formación, el nudismo me parece sumamente recomendable para los niños.
   
     Por lo demás, esas personas proponen que para la concesión de la calificación de "playa familiar" se cumplan "cinco requisitos mínimos", ninguno de los cuales es -qué curioso- la ausencia de nudistas. Copio literalmente: 
      "1. Delimitación de espacios para uso familiar, con unas normas que garanticen el respeto a los demás usuarios, el amparo de la infancia y la protección del medio ambiente.
          2. Fomento, en esos espacios, de actividades deportivas al aire libre dirigidas a las familias.
       3. Fomento, en esos espacios, de actividades culturales al aire libre (teatro, cine, música, escultura, pintura, etc.) dirigidas a las familias.
     4. Eliminación de barreras arquitectónicas urbanísticas y facilitación de accesos a la playa para vehículos de discapacitados y coches de bebés.
         5. Promoción de campañas publicitarias destinadas a dar a conocer a las familias la existencia de dichos espacios para su disfrute".

 
    Estupendo. ¡Es lo mismo que miles de nudistas deseamos también para nuestras playas!

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