C. S. LEWIS HABLA DE CASTIDAD Y PUDOR

      C. S. Lewis (1898-1963), en su libro de 1954 Mere Christianity (traducido al español como Cristianismo... ¡y nada más!), que recoge unas charlas emitidas por la BBC en 1943, en el capítulo que dedica a “La moralidad sexual”, expone unas ideas sobre la Castidad y el pudor que me parecen muy dignas de atención:
         "La regla cristiana de la castidad no debe ser confundida con la regla social del 'pudor' ni la decencia con el decoro. La regla social del decoro establece cuánto es lo que del cuerpo humano se puede mostrar y qué temas se pueden tratar, y con qué palabras, según las costumbres de un círculo social dado.

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          Mientras la regla de la castidad es la misma para todos los cristianos y para todas las épocas, la regla del decoro puede variar. Una muchacha de las islas del Pacífico que apenas si lleva ropa alguna y una dama victoriana vestida de pies a cabeza pueden ser igualmente 'pudorosas', decorosas o decentes de acuerdo con las normas imperantes en sus sociedades; y ambas, por lo que tiene que ver con el vestido, pueden ser igualmente castas o igualmente impúdicas. Parte del lenguaje que empleaban las mujeres castas del tiempo de Shakespeare era el que en el siglo XIX sólo una mujer completamente pervertida emplearía. 

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           Cuando alguien rompe las reglas de lo que es apropiado en su propia época y lugar, si lo hace para excitar su propia concupiscencia o la de otros, está yendo contra la castidad. Pero si lo hace por ignorancia o por descuido, sólo se le puede acusar de malos modales. Cuando, como tan a menudo sucede, una persona rompe estas reglas sociales en forma desafiante para asombrar u ofender a otros, no necesariamente es falta de decencia sino falta de amor; porque es falta de amor derivar placer de lo que molesta a los demás. 


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        No creo que una norma demasiado estricta o remilgada en cuanto a lo que es lo apropiado socialmente sea prueba alguna de castidad ni que la ayude en algo; por lo tanto considero buena la gran lenidad y simplificación de la regla que ha tenido lugar en nuestros días. Sin embargo, tal como están las cosas, esto trae sus inconvenientes, porque gente de diferentes edades y de diferentes tipos no reconocen la misma norma, y apenas si sabemos el terreno que pisamos. Mientras dure esta confusión, creemos que las personas viejas o anticuadas deberían tener sumo cuidado de no suponer que la juventud o los 'emancipados' son gentes corrompidas cuando, de acuerdo con las antiguas normas, están procediendo inapropiadamente. A su vez, los jóvenes no deberían decir que sus mayores son mojigatos o puritanos por el hecho de que no se adapten fácilmente a las normas nuevas. Un deseo real de creer todo lo bueno que podamos de los demás y hasta donde podamos hacer que ellos se sientan bien resolverá muchos de los problemas."


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Ilustraciones:


1.-La Virgen con el Niño Jesús, Jean Fouquet (s. XV).     2.-La Flagelación, anónimo, oratorio de San Pellegrino, abadía de Bominaco (s. XI).     3.-Cristo crucificadoAntonio Begarelli (s. XVI), Modena.     4.-Cristo resucitado, anónimo,  iglesia de San Pedro, Zumaya.

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