DE TERMAS, BAÑOS, SAUNAS Y SIMILARES (I)
En la entrada anterior (29-03-2019) me referí a los (no pocos) grupos humanos que, aun habiendo heredado, por supuesto, las penosas consecuencias del Pecado Original, viven habitualmente desnudos. Hoy voy a traer aquí a otros grupos que, aunque en su existencia diaria usaran o usen ropa, tenían o tienen la costumbre de los baños colectivos y mixtos en completa desnudez.
Es el caso, en la Antigüedad, de las termas romanas, cuyas piscinae compartían hombres y mujeres. Las termas tenían una importante dimensión social, como lugar de encuentro y relación; algunas contaban hasta con una biblioteca. Y que a ellas asistían también los cristianos lo prueba Tertuliano en el capítulo 42 de su Apologético (Apologeticus pro Christianis), fechado en el año 197: "1. Todavía somos acusados [los cristianos] por otro capítulo de injurias: somos llamados improductivos en los negocios. ¿Con qué razón, siendo así que vivimos con vosotros, como vosotros nos alimentamos, nos vestimos, nos instruimos, participamos de la misma necesidad de vida que vosotros? ¡Pues no somos brahmanes o gimnosofistas de los indios, ni habitantes de las selvas, ni tránsfugas de la vida! 2. Recordamos que debemos ser agradecidos a Dios, Señor y Creador: no repudiamos ningún fruto de sus obras, nos moderamos abiertamente, para no usarlas desmedida o indebidamente. Convivimos con vosotros en este mundo, sin evitar el foro, el mercado, los baños, tabernas, oficinas, albergues, vuestras ferias y los demás lugares donde se comercia". Otros padres de la Iglesia, sin embargo, consideran pecaminosa la asistencia a las termas. Así San Clemente de Alejandría (siglos II-III) en su Paedagogus (libro III, 5): "Los baños están abiertos por igual, tanto para los hombres como para las mujeres, y allí se desnudan con intención lasciva", dice; o San Cipriano de Cartago en De habitu virginum (segunda mitad del siglo III): "¿Y qué decir de las que acuden a los baños en promiscuidad, y prostituyen ante las miradas curiosas y lascivas la castidad? Cuando allí ven desnudos a los hombres y son vistas por ellos con desvergüenza ¿acaso no fomentan y provocan la pasión de los presentes para su propia ignominia y afrenta? Pero, dirás, 'allá se las haya quien lleve tales intenciones; yo no tengo otro interés que reparar y lavar mi cuerpo'. No te excusa este pretexto, ni te libras del pecado de lascivia e inmodestia. Ese baño más bien te ensucia que te lava, y no limpia tus miembros, sino que los mancilla. Podrás tú no mirar a nadie con ojos deshonestos, pero otros te mirarán a ti. No afeas tus ojos con vergonzoso deleite, pero causando placer a otros tú misma te afeas. Haces del baño un espectáculo, y más vergonzoso que el teatro mismo, a donde acudes. Allí queda excluido todo recato; allí se despoja el cuerpo a un tiempo del vestido y de su dignidad y pudor, poniendo al descubierto unos miembros virginales para ser objeto de miradas y curiosidad. Considera, pues, ahora si van a creer casta los hombres, cuando estás vestida, a aquella misma que ha tenido la audacia de desnudarse sin pudor".
Otro factor que influyó en la oposición de algunos fue que las termas estaban adornadas con estatuas de los dioses paganos, a los que allí se daba culto. Por esto Publícola consultó a San Agustín en una carta: "¿Puede un cristiano bañarse en los baños o termas en que se sacrifica a los ídolos? ¿Podrá bañarse un cristiano en aquellos baños en los que el día de la fiesta se bañan los paganos, ya con ellos, ya sin ellos?". El santo le respondió con prudencia: el cristiano no puede tomar parte conscientemente en los ritos del paganismo, pero, lo mismo que no le está prohibido abastecerse de agua en las fuentes cuyo caudal se ha usado para los sacrificios a los dioses, puede bañarse en las mismas termas que los paganos. "No dudamos en tomar el aliento del aire aunque sepamos que recibe el humo de todas las aras y piras de los demonios".
No conozco ninguna imagen romana que refleje la realidad de esas piscinas, pero aquí pongo tres de épocas posteriores: la primera, un grabado de Robert Boissard (s. XVI-XVII):
la segunda, una pintura, no menos idealizada, hecha por Fiodor Bronnikov (1865):
y la tercera, este grabado de 1880, obra de Edmond Jean-Baptiste Paulin (1848-1915), que reconstruye idealmente, en sección, las termas de Diocleciano, con la piscina a la izquierda:
Durante la Edad Media existen en diversos países de Europa lugares donde varones y mujeres también se bañan juntos y sin ropa[2]. Así ocurre en Pozzuoli (Italia), como testimonia esta ilustración del libro de Pietro da Eboli, De Balneis Puteolanis (Nápoles, s. XIV), conservado en la Bibliothèque Nationale de París:
En la Biblioteca Apostólica Vaticana se conserva este otro códice medieval del De Balneis Puteolanis:
De Alemania procede este dibujo (ca. 1475-1485) del "Master of the Housebook" o "Maestro del Gabinete de Amsterdam":
En el siglo XVI Italia sigue conservando ese tipo de baños, a juzgar por este grabado de Giulio Bonasone (ca. 1530-1560):
En Alemania se mantiene muy viva esa costumbre durante el 500. Ésta es la cubierta del Traktat der Wildbaeder de Laurentius Phriesen (Strassburg, 1519):
En éste de la Chronica de Johannes Stumpf (1548) se ven los baños de Baden:
De Matthias Gerung es este fragmento del cuadro "Melancolía"(1558):
Aquí se ve otra casa de baños, según un grabado anónimo, alemán también, de 1560:
Otro baño, el de Leuk, es el que representa esta pintura (1597) de Hans Bock el Viejo:
Una imagen de los baños de Plombières, en un grabado de J. J. Huggelin (1559):
Louis de Caullery (1580-1621) representó así una casa de baños de los Países Bajos:
En este cuadro de ca. 1637, atribuido a Pedro Núñez del Valle o a Félix Castello, se ven los baños del Sotillo del Manzanares y el Molino Quemado, en Madrid:
Y de la Inglaterra del XVII viene este dibujo a pluma (1675) de Thomas Johnson:
[1] No considero aquí el caso de los burdeles -en los que, como muestran algunas miniaturas de la época, era frecuente la existencia de bañeras comunitarias-, porque allí la desnudez no estaba desvinculada de lo sexual.
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