Y VII

         En conclusión: no puede sostenerse que haya incompatibilidad entre la Fe católica y lo que se viene llamando la "desnudez razonable"[1]: un nudismo que coexiste con la virtud cristiana de la Castidad, por desgracia tan poco valorada y tan impopular en nuestros días, y también con el pudor, que, como bien dijo San Juan Pablo II -cuando no era todavía ni papa ni santo canonizado- en Amor y responsabilidad, es un sentimiento universal, aunque adquiere distintas formas según los tiempos, las culturas y las circunstancias. También el Catecismo de la Iglesia Católica promulgado por el propio Juan Pablo II reconoce en su apartado 2524 que "las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia al hombre". Éste es un punto que me parece importante. El nudismo bien entendido no excluye el pudor: son muchas las personas que no tienen inconveniente en estar desnudas en lugares específicamente acotados para ello, lugares en los que, por una especie de pacto tácito, está establecido, como en tantos lugares de África, América y Oceanía, que la norma es no llevar ropa; pero que se negarían a ir sin ella por la calle, o incluso en una playa "textil"[2]. "El pudor, en último término -me decía una vez un conocido con buena formación doctrinal-, es la adecuación al entorno. En una playa nudista estoy desnudo. Si voy a una playa 'textil', me pondré un bañador. Si he de circular por las calles del pueblo, añadiré una camiseta al menos. Si en ese pueblo he de entrar al ayuntamiento, a un colegio o a una iglesia, me pondré un pantalón. Si voy a una boda, iré de traje". 

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         Por este mismo sentido del pudor, los "naturistas razonables" evitan adoptar actitudes que puedan despertar ideas sexuales[3], suelen disgustarse y hasta irritarse por la presencia de "mirones" y se niegan a ser fotografiados o filmados, porque entienden que una cosa es estar desnudo en medio de otras personas que también lo están con la misma intención de disfrutar, en ese territorio acotado, de las sensaciones de bienestar y libertad que proporciona el contacto directo del cuerpo con el sol, el aire y el agua, y de relacionarse con otros de una forma franca, igualitaria e inocente, y otra cosa muy distinta que su desnudez, que se quiere no sexual, sea sacada de ese contexto y contemplada, o utilizada, por personas que están fuera de él, vestidas y con sabe Dios qué intenciones. Bien es verdad que también se puede pecar contra la Castidad contemplando la imagen de alguien con un espléndido abrigo de visón o con un uniforme de la Guardia Civil, pero debemos reconocer que a menor vestido, mayor facilidad se da al lujurioso para el mal deseo.

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           Ojalá las siete entradas de este primer bloque contribuyan a esclarecer un poco un tema sobre el que hoy circulan muchas opiniones, la mayor parte de ellas sin el apoyo de una información completa ni de una base doctrinal sólida, y muy a menudo reñidas con la lógica y el sentido común, que a fin de cuentas no sirven más que para crear confusión, inquietud y división entre los católicos.
           En todo caso, todo lo sostenido en este blog queda sujeto al superior criterio de la Santa Madre Iglesia, Cuerpo Místico de Nuestro Señor Jesucristo, de la que uno, con sus imperfecciones, quiere ser miembro fiel.




Ilustraciones: 



1.-La Misa de San GregorioMaestro de Flemalle (s. XIV-XV).        2.-La Sábana Santa, Turín.




[1] Manejan ese concepto, por ejemplo, el doctor Peter Kraus en su ensayo "Nudità ragionevole", incluido en Peter Kraus-Friedrich E. Freiherr von Gagern, Guardarsi a occhi aperti. Il nudo nell’educazione (Roma, 1971, versión italiana del original alemán, titulado Mitt offenen Augen sich sehen); el Padre Leandro Rossi en el Dizionario Enciclopedico di Teologia Morale citado en la entrada del 15-01-2019; el Padre G. Mattai en la Enciclopedia di Bioetica e Sessuologia mencionada en la entrada del 06-02-2019 y el profesor Giovanni Chimirri en Psicologia della nudità: L’etica del pudore fra esibizionismi e intimità (Pavia, 2010).
[2] En esto, además del sentido del pudor, influye sin duda la convicción de que no se debe molestar al prójimo obligándole a ver cosas que no quiere ver -como tampoco se le debe molestar obligándole a respirar humos que no quiere respirar o a escuchar ruidos o músicas que no quiere escuchar-. Obrar de otro modo iría contra el respeto a los demás que la propia definición oficial del nudismo propugna. Me parece oportuno señalar esto porque he notado que en los últimos tiempos bastantes naturistas reclaman el derecho a estar desnudos en cualquier sitio, por mucho que con ello disgusten a otras personas. Invocan la libertad, pero en mi opinión se equivocan, porque la libertad o es para todos o es un abuso. "Mi libertad termina donde empieza la tuya", proclama un dicho viejo y sabio. Si el nudista exige su derecho pero no el de quien, por la razón que sea, no quiere ver gente desnuda a su lado, está provocando un conflicto; y si se trata de un nudista católico, también faltando a la Caridad
[3] Y les molestará la presencia en su entorno inmediato de nudistas "inverecundos" -aquellos a los que hice referencia en la nota 2 de la entrada del 10-01-2019- cuyo comportamiento no se ajuste al espíritu de la definición oficial del naturismo. Este problema se presentará muy raramente en los espacios nudistas cerrados -campings, piscinas, hoteles, etc.-, donde suele haber un código de comportamiento del que no se toleran infracciones, pero puede darse, y de hecho se da con demasiada frecuencia, en los lugares abiertos, como son las playas. Ya sabemos que la cizaña suele crecer mezclada con el trigo. La prudencia aconsejará al "naturista razonable" lo más conveniente en tales circunstancias. 











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