II
Voy
a recoger aquí algunas opiniones de eclesiásticos que no consideran incompatible
la práctica del nudismo con la de la Fe
católica.
Aunque no se refieren particularmente al nudismo, lo esclarecen bastante, "por elevación", al tratar sobre la desnudez, algunos párrafos del libro Amor y responsabilidad del Cardenal Karol Wojtyła, más tarde papa Juan Pablo II y hoy San Juan Pablo II:
Aunque no se refieren particularmente al nudismo, lo esclarecen bastante, "por elevación", al tratar sobre la desnudez, algunos párrafos del libro Amor y responsabilidad del Cardenal Karol Wojtyła, más tarde papa Juan Pablo II y hoy San Juan Pablo II:
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"Lo que
aquí nos interesa es el pudor sexual. Sus manifestaciones se refieren al
cuerpo; dentro de una cierta medida, es simplemente pudor del cuerpo respecto
de las partes y los órganos que determinan el sexo. Los hombres tienen una
tendencia casi general a disimularlos a los ojos de los demás, y sobre todo a
los de las personas del otro sexo. Así se explica en una gran parte la
necesidad de cubrir la desnudez. Evidentemente, también intervienen otros
elementos en esto, y desde luego la necesidad de protegerse del frío: los pueblos primitivos
de las regiones tropicales viven más o menos desnudos. No pocos hechos
referentes a sus costumbres demuestran que la desnudez no se identifica según
ellos con el impudor. Así, por ejemplo, el hecho de cubrir ciertas partes del cuerpo
es para ellos señal precisamente de impudor. Lo que actúa en estos casos es
ciertamente una costumbre, un uso debido a las condiciones atmosféricas. La
desnudez es en estos pueblos una función de adaptación del organismo a estas
condiciones, de manera que no se ve en ella directamente ninguna otra
intención; en cambio, semejante intención puede fácilmente asociarse al hecho
de disimular las partes del cuerpo que determinan la diferencia de sexos.
Parece, por tanto, que el vestido puede servir tanto para ocultarlos como para
ponerlos en evidencia. Según vemos, el pudor no se identifica de manera tan
sencilla con el empleo de vestidos, ni el impudor con la desnudez parcial o
integral. No hay en ello más que un elemento relativo y marginal. Lo más que se puede
constatar es que la tendencia a disimular el cuerpo y sus partes sexuales va a
la par con el pudor, pero no constituye su esencia.
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El
pudor es la tendencia, del todo particular del ser humano, a esconder sus
valores sexuales en la medida en que serían capaces de encubrir el valor de la
persona. Es un movimiento de defensa de la persona que no quiere ser un objeto
de placer, ni en el acto, ni siquiera en la intención, sino que quiere, por el
contrario, ser objeto del amor. Pudiendo venir a ser objeto de placer
precisamente a causa de sus valores sexuales, la persona trata de disimularlos.
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Pero esto no significa de
ninguna manera que el impudor del cuerpo se identifica simplemente con la
desnudez parcial o integral. Hay circunstancias en que la desnudez no es
impúdica. Si alguien se vale de ella para tratar a la persona como un objeto de
placer (aunque no sea más que por medio de actos interiores), él solo es quien
comete un acto impúdico (impudor de los actos). El impudor del cuerpo no
interviene más que en el momento en que la desnudez desempeña un papel negativo
respecto del valor de la persona. Puede decirse que lo que se realiza entonces
es una despersonalización por la sexualidad.
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Aun
cuando el impudor del cuerpo no se identifica con la desnudez, es menester un
real esfuerzo interior para evitar la adopción de una actitud impúdica ante un
cuerpo desnudo. Añadamos, con todo, que el impudor de los actos no se
identifica tampoco con la reacción espontánea de la sensualidad que considera
el cuerpo y el sexo como un objeto posible de goce. El cuerpo humano en sí
mismo no es impúdico y la reacción de la sensualidad, como la misma
sensualidad, tampoco lo son; el impudor nace en la voluntad que hace suya la
reacción de la sensualidad y reduce a la otra persona, a causa de su cuerpo y
de su sexo, al papel de objeto de placer.
Y, puesto
que hablamos del vestido en relación con el problema del pudor y del impudor,
vale seguramente la pena de llamar la atención sobre el papel funcional del
vestido, manifiesto en ocasión de los grandes calores, de la visita al médico,
en el baño, o durante un trabajo físico. Para calificar desde el punto de vista
moral una manera de vestirse, hay que tomar en consideración la función que
llena un vestido determinado. No cabe tener por impúdica una desnudez parcial
del cuerpo, si cumple con una función objetiva. Por el contrario, el empleo de
un vestido que descubre el cuerpo sin razón objetiva es impúdico y así es como
debe ser estimado. No es contrario al pudor el bañarse en maillot, pero lo es
el llevarlo por la calle o de paseo".
1.-La Flagelación, Salterio de Stuttgart (s. IX). 2.-Cristo Resucitado, El Greco. 3.-El Descendimiento, Parmigianino. 4.-El Niño Jesús, Anónimo napolitano (s. XVIII). 5.-Ecce Homo, Museo Nacional de Varsovia.
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